Like a Rolling Stone
1965, Estados Unidos se encontraba inmerso en el conflicto bélico con Vietnam y con la sombra de la Guerra Fría siempre acechando. Lyndon B. Johnson tomaba posesión en medio de la lucha racial que vivía momentos de tensión que encontraron su auge con el asesinato del activista afroamericano Malcom X y el “Domingo Sangriento” que desembocó con Luther King en la cárcel. Mientras un joven Bob Dylan volvía a Norteamérica de una agotadora gira por Reino Unido que le haría plantearse su retirada de la música. Cansado de sí mismo y carente de creatividad decidió mostrar todo su odio en centenares de folios, tanto en prosa como en verso. Muchos sin sentido, otros llenas de sentimiento. La pluma fue su psicólogo, los versos su liberación.
Finalmente decidió resumir uno de los textos que contenía veinte páginas en cuatro estrofas y un estribillo que se registraron durante los días 15 y 16 de junio de 1965 en los estudios de Columbia Records en el número 799 de la Séptima Avenida de Nueva York. El resultado fue una canción de seis minutos que no tenía visos para triunfar puesto que era una eternidad en aquellos tiempos en el que las canciones de dos y tres minutos era lo que se llevaba. El resultado fue Like a Rolling Stone.

Paralelamente los Rolling Stones de carne y hueso se encontraban de gira por el sur de Estados Unidos. Una cálida noche de principios de mayo en un hotel de Clearwater (Florida), Keith Richards tiró de una precaria grabadora para guardar un sonido que tenía en mente. A la mañana siguiente la grabación fue escuchada por Mick Jagger. Este dio el visto bueno y Richards le puso la condición de que la letra principal tuviese un verso del tema Thirty days de Chuck Berry.
El grupo rival por excelencia de los Stones en la época, The Beatles, visitan a Elvis Presley en su mansión en Graceland. El cuarteto británico giraría por España dando dos conciertos. El primero en Madrid, en Las Ventas, donde tuvieron de teloneros a diversos grupos patrios entre los que destacaban los Pekenikes o The Pop Tops. El segundo fue al día siguiente en La Monumental de Barcelona. Las actuaciones no tuvieron gran repercusión ya que el régimen dictatorial español diluyó en los medios de comunicación el acontecimiento. Donde si tuvieron reconocimiento fue en Londres recibiendo meses después la Orden del Imperio Británico por su contribución a la música. Esa medalla que posteriormente tantos problemas le trajo a John Lennon.
Mientras en Indiana, Jim Clark gana las 500 millas de Indianápolis con el Lotus-Ford. Descartó correr el Gran Premio de Mónaco por disputar la carrera americana. No le hizo falta participar en la prestigiosa cita monegasca para alzarse ese mismo año con su segundo campeonato del mundo de Fórmula 1. Meses antes, su compatriota Sir Stanley Matthews, primer Balón de Oro de la historia en 1956, juega su último partido de primera división con 50 años. Fue en casa ante el Fulham, al que derrotaron por 3-1. Una dulce despedida del fútbol profesional.

Volviendo a los Estados Unidos, los Rolling continuaban grabaron nuevos temas para el próximo disco aprovechando la gira en la que estaban inmersos. El tema propuesto en Florida fue perdiendo fuelle. En su estancia en Los Ángeles se retoma la canción. Richards pidió más distorsión en su guitarra y el tecladista Ian Stewart adquirió en una tienda cercana un distorsionador Gibson con el que vuelve al estudio. El efecto fue único, tanto, que se dice que el propio Keith Richards no ha sido capaz de volver a repetirlo de la misma manera. La grabación de la canción se terminó en la mañana del 12 de mayo. Nace todo un himno del rock y el primer gran riff de la historia, (I can’t get no) Satisfaction.
Fotografía | Hulton Archive / Getty Images | Øderud