El capitán sin brazalete
¡Oh capitán, mi capitán…! ¡Qué bonito es cuando los supporters tienen a un referente! Una persona que representa los valores de algo que ama, en este caso los equipos de fútbol. Bobby Moore fue uno de ellos, con éxitos relucientes, pero también con episodios grises y amargos.
Robert Frederick Chelsea “Bobby” Moore fue un hombre carismático, un líder dentro y fuera del campo y el vestuario. La gente le recuerda sobre todo por el Mundial de Inglaterra 1966, aquel del gol fantasma de Inglaterra contra Alemania en la final. Casi nada. El campeonato con la polémica arbitral más grande de la historia. Esto, por supuesto, empañó en parte al gran equipo que hacían Moore y compañía; los hermanos Charlton, Geoff Hurst, Gordon Banks… Un auténtico equipazo. La consecución del primer trofeo mundialista para los inventores del fútbol y único hasta la fecha supuso toda una fiesta, que empezó con Bobby limpiando sus manos en la barandilla de la tribuna antes de recoger la copa Jules Rimet de manos de la Reina Isabel. De ahí al cielo de Londres en una fotografía que quedó para el recuerdo.
4 años después, en el Mundial de México, Inglaterra tuvo que enseñar los dientes para defender su título y a su capitán, que se vio envuelto en un escándalo.

¡Bobby Moore, encarcelado! Así titulaban los tabloides británicos a escasos días del inicio del Mundial. Su foto detenido daba la vuelta al mundo.
Inglaterra había jugado dos amistosos contra Colombia y Ecuador. En su escala en Bogotá ocurrió el suceso. En el hotel donde se alojaban, el Tequenmada, había una joyería. Fue junto al otro gran Bobby, Charlton. Allí, Moore estuvo mirando un brazalete de oro y esmeraldas para su esposa. Salieron del local pensando en volver puesto que tras el compromiso en Quito regresarían al mismo hotel de la capital colombiana. Cuando salieron del establecimiento, la empleada lo echó en falta. Acto seguido, el encargado de la joyería, Álvaro Suárez, acusó al capitán inglés de haber robado el famoso brazalete. Llamaron a seguridad y, tras el cacheo a los jugadores ingleses, el asunto quedó en nada. Fueron a Ecuador y, a su vuelta, el encargado insistía a la policía en sus afirmaciones. Entonces, se produjo la detención y el encarcelamiento del futbolista.
El combinado dirigido por Alf Ramsey partió hacia México sin su gran estandarte. Moore estaba entre rejas, pero juraba una y mil veces que no había robado nada. Mientras se intentaba dilucidar el caso, el presidente del club colombiano de Millonarios, Alfonso Senior, acogió a Bobby en su casa bajo arresto domiciliario y le llevó a entrenar con su equipo para que llegara en forma a la cita mundialista.
El escándalo movió los hilos de la diplomacia. Intervino incluso el Primer Ministro británico, Harold Wilson, que logró que el jugador llegara a la concentración 48 horas antes de que comenzara la Copa del Mundo. La policía acabó demostrando que el propio encargado había autorrobado la joya para sacar tajada de la presencia de la selección inglesa.
Es un relato atípico con el capitán de un equipo y un brazalete como protagonistas. Más teniendo en cuenta que en esa época los brazaletes de capitán aún no se lucían. Sin embargo, su estatua en Wembley certifica que no necesitó brazalete ni de oro ni de ningún tipo para pasar a la historia como el gran capitán de Inglaterra.
Fotografía | Press Association