El Leicester City campeón de Premier League
La temporada 2014/2015, el Leicester City se encontraba en descenso, a 7 puntos de la permanencia, con 9 partidos por disputarse. Ganaron 8 de esos 9 partidos y mantuvieron la categoría. Ese fue el llamado milagro del Leicester. Hasta ese momento.
Etapa convulsa
Tras lograr el objetivo de la permanencia, el club no ganó precisamente en estabilidad. Nigel Pearson, por aquel entonces entrenador de los Foxes, fue cesado de su puesto por diferencias con la plantilla. Además de esto, el multimillonario tailandés propietario del club organizó una gira por su país para dar a conocer al club. Durante la misma, tres jugadores del equipo, entre los que se encontraba el hijo del propio Pearson, fueron expulsados de la gira tras salir a la luz un vídeo en el que se les podía observar teniendo un encuentro sexual en el que destacaban los comentarios racistas. En este crudo ambiente se oficializó el fichaje del veterano técnico italiano Claudio Ranieri. Desde entonces, todo en el equipo inglés ha ido sobre ruedas.

Como ya todo el mundo sabe, el Leicester City logró la gesta de proclamarse campeón de la Premier League. Sobre esto, las discusiones no tratan sobre si es merecido o no, porque ganaría el caso afirmativo con rotundidad. Las discusiones tratan sobre si esta es la mayor gesta de la historia del fútbol. Desde luego, no es un asunto menor, pero sí imposible de resolver. Dicho esto, y antes de analizar las claves tácticas del equipo, es imposible disociar una serie de normas espirituales inculcadas por Ranieri del histórico resultado obtenido.
Pizzas contra goles
Todo empezó con una promesa. Cada partido que el equipo dejase su portería a cero, Claudio invitaba a pizzas a la plantilla. En concreto del local Peter Pizzeria que se encuentra a seis minutos del King Power Stadium. Parece que funcionó porque lo lograron en 15 ocasiones durante la temporada. El técnico italiano tuvo que rascarse el bolsillo, pero seguramente con una sonrisa cada vez que debía hacerlo. Ranieri impuso disciplina, espíritu de sacrificio y la mayor cautela cuando cada cosa ha sido necesaria. Los Foxes no pensaron en ser campeones hasta que pudieron rozar el título con la yema de sus dedos. Y lo cierto es que sus rivales tampoco pensaron en ellos para semejante objetivo hasta que fue demasiado tarde. El Leicester es un equipo sencillo, con unos mecanismos tan simples que parecen salidos de un equipo noventero random. Sin embargo, el resto de conjuntos ingleses no trataron de adecuarse a ellos hasta que ya fue demasiado tarde. Hemos de describir pues, las bases tácticas del histórico equipo inglés.



Un equipo para la gloria
Veinticuatro jugadores son los afortunados de pertenecer a la leyenda del Leicester 2015-2016. Todos ellos, con una misma mentalidad a lo largo de la temporada: trabajo duro como grupo, cada uno con su misión. Viajamos a ese mismo año para analizar al conjunto de la región de las Midlands. En líneas generales, el Leicester es un equipo que juega con un 4-4-2 clásico, cuyos laterales no se proyectan demasiado en ataque y sus dos pivotes, uno de ellos de mayor capacidad ofensiva que el otro, son incansables en el trabajo defensivo. Por otro lado, en las bandas juegan un extremo puro y otro al que le gusta caer entre líneas para desarrollar su juego. Arriba, dos delanteros caracterizados por su constancia en la presión y el trabajo sin balón, y sobre todo, por su pegada. Estos jugadores siempre son sustituidos en el 11 por otros de características similares. Dicho de esta forma, queda clara la simplicidad del esquema táctico de los zorros. Y es que no hay trucos, todo se ha logrado a base de trabajo, ilusión, y dos factores diferenciales en la actual Premier League: claridad de ideas de los jugadores y resistencia a las lesiones. De un esquema tan fácil de entender, dividiendo tareas por puestos independientemente de los nombres, el equipo siempre juega a lo mismo, y por tanto, sus jugadores no dudan. En cuanto al tema físico, el Leicester no ha sido un equipo que rotase, simplemente mantuvo un punto físico aceptable durante todo el año, y no sufrió apenas lesiones de importancia. Esta mentalidad y el físico del que ha dispuesto el equipo, son factores diferenciales en el fútbol actual, y por ello, les otorgó una ventaja sobre los demás.

Schmeichel; Simpson, Morgan, Huth, Fuchs; Kanté, Drinkwater, Albrighton, Mahrez; Okazaki y Vardy. Este es el 11 que de memoria se recitará por todos los fans del Leicester por mucho tiempo. Ellos conforman un equipo que, en líneas generales, se basa en su repliegue bajo y su salida al contraataque. Es momento de ver la función de cada una de sus piezas. Empezando desde atrás, Kasper Schmeichel, hijo del mítico portero danés del Manchester United, ha tenido actuaciones absolutamente decisivas en momentos puntuales para lograr dejar la portería a cero, el primer escalón en la base del éxito. Para evitar que le chutasen, nos encontramos la veterana pareja de centrales Huth-Morgan. Ambos muy sobrios, el alemán Huth destaca por su buen posicionamiento y su concentración, haciendo gala de su experiencia en equipos de mayor calado como el Chelsea. Por su parte, el jamaicano Wes Morgan es un jugador que a simple vista ya destaca por su físico, y que sabedor de su poca velocidad nunca sale demasiado lejos de su posición, donde se convierte en una roca difícil de traspasar. Por bandas, en el lado izquierdo tenemos al ex del Schalke 04 Christian Fuchs, y a Danny Simpson por la derecha. Ambos muy contenidos a la hora de subir, siempre tratando de cerrar pasillos interiores ante ataques estáticos.
Si hablamos de individualidades, es imposible no destacar la pareja de pivotes formada por Kanté y Drinkwater. Ambos aportan seguridad defensiva y mucho trabajo, pero de modos muy diferentes. Danny Drinkwater destaca por su buena colocación y sobriedad delante de los zagueros, corrigiendo siempre en zonas retrasadas del centro del campo, y buscando compañeros más adelantados con sus característicos pases rasos verticales. Por su parte, N’Golo Kanté, es una de las sensaciones de la temporada y uno de los jugadores más tentados durante ese verano por parte de equipos de mayor relevancia. El motivo, su exuberancia física. Muchos afirman no haber visto algo parecido en un terreno de juego. Kanté, a pesar de su baja estatura, es capaz de llegar a cualquier zona del campo antes que los demás, y robar siempre con una facilidad pasmosa. Después, al no disponer de grandes recursos técnicos, se limita a proteger el balón y soltarlo al compañero más cercano. Mientras que Drinkwater se basa en una defensa pasiva, con orden, Kanté es un elemento activo que persigue a sus rivales por todo el ancho del campo. En el fútbol actual, jugadores de este tipo suelen ser un agujero que se traga la armonía de cualquier sistema defensivo. Sin embargo, Kanté tiene una cosa que el resto de sus iguales no tienen: él roba la pelota siempre. De la ya remarcada exuberancia física y su precisión en el robo vienen las numerosas hipérboles que rodean al futbolista en los corrillos del fútbol.
El Leicester, decíamos, ocupa sus bandas con un extremo puro y otro más “mediapunta”. El primero es Marc Albrighton, el cual no tiene un papel muy destacado en los engranajes del equipo, más allá de ser como uno de esos tornillos que a veces faltan al montar un mueble y que aunque a priori pueda parecer que sobran, lo cierto es que su ausencia hace que dicho mueble pueda tambalearse. Sin embargo, desde el sector derecho parte, tanto hacia fuera como hacia dentro, el MVP de esta Premier League 2015-2016: Riyad Mahrez. El argelino pone la magia en un conjunto de obreros, moviéndose entre líneas o por banda derecha para recoger el balón y crear una ocasión de peligro mediante su preciso pase o su prodigioso regate. Así se ha convertido en el jugador con mejores números de la Premier con sus 17 goles y 11 asistencias. El futbolista argelino es sin duda, el que mayor número de pretendientes tendrá durante los próximos mercados de fichajes.

Sin embargo, si hay un jugador que encarna a la perfección lo que es el Leicester City, ese es Jamie Vardy. A sus 29 primaveras, el punta inglés ha anotado en su segundo año en la élite la friolera de 22 tantos. Muchos de esos tantos han valido los 3 puntos, pero Vardy es mucho más que eso, es el espíritu de los foxes. Su carácter se ve reflejado en su juego, y es que el delantero inglés cree de forma ciega en sí mismo, y lo transmite en sus arrancadas en velocidad buscando de forma directa la portería contraria, ya sea para introducir el balón en las mallas o para presionar con total agresividad a las defensas rivales. La clave de que el Leicester no sufra en los partidos a pesar de su repliegue bajo, es el trabajo de Vardy estirando al equipo, haciéndolo largo, dando siempre una posibilidad de salida mediante un balón largo. A su lado, en menor medida y brillantez pero de igual capacidad de trabajo, hace la misma función el delantero japonés Shinji Okazaki.
Es cierto que el Leicester puede parecer un equipo de 11 jugadores, pero como todo equipo campeón, tiene sus propias cartas desde el banquillo. El más importante de ellos, el delantero argentino Leo Ulloa, que en el tramo final sustituyó al sancionado Vardy anotando en total 6 goles que han valido su peso en oro.
Legado
En definitiva, asistimos a un acontecimiento de esos que parece improbable que vuelvan a darse en el fútbol, por lo que incluso el espectador neutral debe agradecer su esfuerzo a cada uno de estos soldados dirigidos por el viejo zorro Ranieri en su búsqueda de la inmortalidad futbolística. Han pasado ya varios años de la gesta y a pesar de una irregular temporada el año después de levantar la Premier League, el equipo se ha asentado en la zona noble de la clasificación y ha continuado peleando con los pesos pesados de la competición. También ha asomado la cabeza en Europa teniendo buenas actuaciones a pesar de no tener tradición en las competiciones continentales. Para celebrar el primer lustro de su gran triunfo en Premier han levantando en Wembley la primera FA Cup, esa competición que se les había escapado en cuatro ocasiones en la que alcanzaron la final. El sueño continua.