Deporte

Tenis en rosa

Repaso por las distintas superficies de los cuatro Grand Slam de tenis hasta llegar a la similitud de la pista fotografiada para la ocasión.

Buscando la línea

Mucho ha evolucionado el tenis desde los primeros torneos de Wimbledon donde destacaban los impolutos jugadores vestidos de blanco sobre la cuidada hierba londinense. El saque y la volea eran la tónica de los encuentros sobre el All England Club que como de costumbre abre sus instalaciones cada mañana a las 10:30 am. Siempre haciendo gala de la afamada puntualidad británica.

Nada que ver con la tierra batida de Roland Garros, esa que permite deslizarse al tenista sobre la arcilla rojiza que acoge con cariño los botes de la pelota. Conocida también como polvo de ladrillo está compuesta por esquisto, piedra y arcilla. Este material tiñe en muchas ocasiones la indumentaria de los participantes añadiendo más épica a los largos puntos de la competición.

Más parecido a lo que nos enfrentamos en esta ocasión son las pistas rápidas del Abierto de Australia o de Estados Unidos. Cabe destacar que ambos torneos pasaron primero por la hierba. Incluso, el torneo disputado en suelo americano tuvo una transición intermedia en tierra batida antes de la implantación del DecoTurf azul que conocemos en nuestros días. Un servicio potente es el mejor arma de los jugadores especialistas en este terreno.

Una pista singular

El escenario de hoy es lo más parecido a los dos últimos Grand Slam citados. La pista donde nos encontramos es una superficie dura de color rosa delimitado por líneas blancas donde el objetivo es buscar ese golpe inalcanzable para el rival. El bote es endiablado con lo que la colocación y el juego de piernas es esencial para llegar a cada bola. Sin duda, Un buen saque es medio punto pero un buen revés puede ser definitivo. El ritmo de tenis practicado es elevado y no vale con hacer pasar la pelota de campo a campo. El golpe tiene que ser definitivo, ese que busca el bote en la línea que despide a la bola contra la alambrada. Ese sonido definitivo de que el punto ha terminado tocando o no la buscada maldita línea.

Fotografía | Javier Villabrille | Modelo | Pelayo Prieto | Texto | Daniel Juárez

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