Andy Bowen vs Jack Burke
Nueva Orleans, 6 de abril de 1893. Los espectadores acuden al Olympic Club, uno de los escasos rings con sede fija del país ya que pocas ciudades permiten el pugilismo legalmente. Ya dentro, algunos sacan sus petacas cargadas de whisky ante la imposibilidad de adquirir alcohol en el recinto al estar prohibida su venta. En unos instantes Andy Bowen y Jack Burke saldrán a pelear por el título de pesos ligeros del sur de Estados Unidos, lo que no saben los allí presentes es que serían testigos del combate más largo de la historia del boxeo.
Los protagonistas
Los púgiles saltan al modesto ring ante el jaleo de cerca de 8.000 espectadores. A un lado Andy Bowen, nacido en Nueva Orleans y con un peso de 129 libras. “Iron”, como era conocido por su dureza, no sentía la presión de estar ante su gente y tener que enfrentarse contra la segunda opción, ya que el oponente con el que se las tenía que ver se echó para atrás a última hora. Al otro rincón del ring “Texas” Jack Burke, nacido en Chicago y con un peso de 130 libras. Era el entrenador del púgil que se arrepintió, pero él no se amilanó y se enfundó los guantes para dejar el pabellón alto. Hechas las presentaciones suena la campana y empieza el baile sobre la lona.
La pelea interminable
Burke empieza la pelea golpeando fuerte e imprimiendo una gran intensidad al combate. Bowen se mueve rápido sobre el ring evitando los golpes de su oponente. Pasa un asalto tras otro hasta llegar al número 25 en el que “Texas” Burke lanza un ataque sin piedad contra “Iron” Bowen que se tambalea sobre el piso. El de Chicago roza la victoria pero el local ante los ánimos de sus parroquianos logra reponerse. Sigue un asalto tras otro y llegamos al número 48. Bowen parece recuperado y toma el control de la pelea. El recinto ruge ante los puñetazos de “Iron”. Burke se arrastra hacia la derrota pero la campana suena y logra salvarlo de oler el polvo. Los rounds se siguen sucediendo ante la mirada atónita de los espectadores. Llega la medianoche y decenas de los allí presentes abandonan el recinto cansados mientras que otros simplemente se quedan dormidos. Otros continuan atentos a la contienda y no solo eso ya que corre la voz de la gesta por Nueva Orleans y empiezan a llegar más seguidores que no quieren perderse el evento. Ambos boxeadores deambulan por el cuadrilátero uno en torno al otro soltando golpes desacertados. Burke realiza una finta y suelta un puñetazo fallido, nota que algo va mal en sus manos.
“Dos asaltos más o moriréis”
El desgaste era evidente en el rostro de ambos contendientes pero el coraje y el orgullo por conseguir la victoria eran más fuertes que cualquier daño físico. Comienza el round 108 y entra en escena John Duffy, árbitro de la contienda, para determinar que si seguían peleando acabarían con sus vidas con lo que se decreta que tienen dos rounds más. El KO no llega y tras 110 asaltos, 7 horas y 19 minutos peleando Duffy da por finalizado el combate. Dictamina un no contest (sin resultado) pero aquel veredicto significa que se tiene que devolver el importe de la entrada a los espectadores. Rectifica y finalmente se acuerda un empate para que los púgiles puedan repartirse a partes iguales la bolsa de 25.000 dólares obtenida esa noche.
Un combate para la historia
Los allí presentes empiezan a abandonar el Olympic Club mientras que los boxeadores bajan del ring. Burke confirma que realmente algo iba mal en sus manos, tiene rotos huesos en ambas. Salió directo del recinto a una cama donde permanecerá postrado incapaz de levantarse las siguientes seis semanas y replanteándose una retirada que finalmente no se producirá. Bowen exhausto y ensangrentado se marcha con sus ganancias. Volverá a subirse a un ring dos meses más tarde para disputar un combate de 85 asaltos, uno de los últimos antes de morir un año después en su pelea número 27 a los 27 años tras recibir un golpe en la cabeza. Burke viviría unos años más, hasta los 44 cuando falleció en el Hospital Mublenberg a consecuencia de las lesiones que tuvo en un accidente de tráfico. Sus vidas terminaron a temprana edad pero seguro que en algún lugar continúan peleando en aquel combate eterno que cambió las reglas del boxeo determinando una duración concreta a las peleas.
Que fieros!! Peleas de otros tiempos