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Henri Desgrange

La creación del Tour de Francia se encuentra detrás de la figura de Henri Desgrange un abogado reconvertido en ciclista.

El padre del Tour de Francia

De las pistas a las montañas, de las dos ruedas a los periódicos. La vida de Henri Desgrange ha ido ligada siempre al ciclismo. Nacido en el pueblo francés de Beauvallon el 31 de enero de 1865, a temprana edad comenzó a subirse a una bicicleta, un deporte popular en Francia pero que carecía de profesionalización. Desgrange se licenció en derecho y trabajó en el bufete de Depeux-Dumesnil. Todos los días usaba su bicicleta con la que acudía a todas partes, incluido el trabajo. Un día, uno de los propietarios del bufete le lanzó un ultimátum:

“No puede venir usted al despacho con los pantalones arremangados”

No tuvo duda. Eligió la bicicleta, su mayor pasión y con la que se ganó la vida. Tras su retirada de los despachos se dedicó a entrenar y participar en carreras de manera profesional. Era tal su fijación con este deporte que convenció al propietario del teatro burlesco Folies Bergère para invertir una parte de sus ingresos en un velódromo. Pronto destacó en la modalidad de pista donde llegó a establecer doce récords, uno de ellos muy especial. El 11 de mayo de 1893, en el velódromo dónde años atrás invirtió dinero, fue capaz de recorrer 35,325 kilómetros y batir el récord de la hora, una marca destacada teniendo en cuenta la escasa preparación y las pesadas bicicletas que se usaban en la época. Posteriormente en 1897 le nombraron director del Velódromo del Parque de los Príncipes y en 1903 del Velódromo de Invierno.

Una vez retirado continuó con su pasión por la bici y escribió manuales de entrenamiento y el libro La Tête et les jambes (la cabeza y las piernas). Comenzó con su labor periodística escribiendo artículos en la publicación deportiva Le Vélo para después fundar junto al Barón de Dion el diario deportivo L’Auto bajo la denominación inicial de L’Auto Vélo, que tuvieron que cambiar por su parecido con el diario de la competencia Le Vélo. Pero antes de esto ocurrió un golpe de suerte proporcionado por el destino. Cuando Desgrange trabajaba en Le Vélo, un artículo publicado por el periódico abogando por la absolución del soldado Alfred Dreyfus, condenado por vender secretos del gobierno a los alemanes, fue el causante de su llegada a L’Auto. Gran parte de los inversores no aprobaron el artículo, retiraron su apoyo financiero y comenzaron la publicación rival con Desgrange como editor jefe.

Todo parecía ir sobre ruedas excepto la tirada del diario. Con números muy pobres en las ventas, necesitaban una solución. En una reunión de emergencia en la que estaban presentes Desgrange, Georges Prades, periodista y ciclista, y Géo Lefèvre, un joven periodista contratado del diario rival Le Vélo, salió la idea de hacer una gran carrera ciclista en Francia. El objetivo es que los lectores cobrasen interés en la publicación ya que ellos cubrirían tal evento deportivo.

Nunca se había realizado una prueba de ese tipo a nivel nacional ni que decir a nivel internacional. No se sabía cómo sería recibido por el público, pero necesitaban una solución rápida. Finalmente Desgrange aceptó la propuesta, pero tenía dudas al respecto de su viabilidad. No las tuvo, sin embargo, Víctor Goddet, el director financiero de la publicación, que dio luz verde al proyecto.

La disputa de esta carrera ciclista por Francia se anunció por primera vez el 19 de enero de 1903, mientras que la carrera fue divulgada por Lefèvre, que participó en dicha ronda. Había nacido lo que hoy conocemos como el Tour de Francia, una de las carreras ciclistas más prestigiosas del mundo.

La primera edición fue todo un éxito para L’Auto y de cara al interés general. Unos 20.000 espectadores con entrada pagada esperaron en la meta de la última etapa. El crecimiento de la publicación fue impactante. De 25.000 ejemplares antes de la competición pasó a 65.000 después de la misma, incluyendo una edición especial al finalizar la prueba que dio como vencedor a Maurice Garín y que obtuvo una tirada de 130.000. Pero no todo quedó en esa primera ronda ya que en años venideros fue más espectacular si cabe, con 250.000 periódicos comercializados en 1908 y medio millón de copias diarias en 1923.

Característica es la prenda que viste el líder de la carrera y no precisamente es por casualidad. El maillot amarillo que llevan los vencedores es en honor a las páginas del diario L’Auto que se caracterizaban por este color.

Henri Desgrange se convirtió en el “padre del Tour” y en un asiduo de la prueba desde la primera edición. Aunque sufrió diversos problemas de salud , nunca le impidieron su seguimiento de cerca a la carrera. En 1936, a caballo entre dos operaciones de próstata, convenció a su cirujano para seguir la ronda gala acompañado de un médico, aunque finalmente debió retirarse debido a un agravamiento de su estado físico. Fue esta la razón que le obligó a separarse del Tour y de L’Auto, hasta que finalmente falleciera en su domicilio el 16 de agosto de 1940. Su memoria descansa en un monumento que corona el Col du Galibier y con el premio al primero en alcanzar esa cima. A pesar de todo, nunca ningún corredor llegará tan alto en el Tour como lo hizo Desgrange.

Jacques Goddet, su sucesor como director de carrera, llegó a afirmar de Henri Desgrange:

“Él mismo se sometía a un esfuerzo violento y prolongado, llegando hasta el dolor. Al menos tres veces a la semana corría una hora en bici. Para Henri el Tour ideal sería aquel en el que solo sobreviviese un corredor”

Fotografía | Le Miroir des Sports | Roger Viollet

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