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Frontón de Mombeltrán

Un frontón con unas vistas espectaculares que nos lleva a recorrer la villa de Mombeltrán, un emplazamiento lleno de historia.

Entre el castillo y la pared

Para encontrar dicha localización tenemos que ubicarnos a 70 kilómetros de Ávila, en concreto al sur de la capital de las murallas. A la villa de Mombeltrán se accede a través de los puertos del Pico y del Menga, y forma parte de la Comarca del Valle del Tiétar en el punto central del denominado barranco de las cinco Villas, en la vertiente sur de la Sierra de Gredos. Tierra de vacceos como demuestra su calzada romana, de árabes como se puede ver en la toponimia local y perteneciente al Alfoz de Ávila desde los comienzos de la repoblación cristiana propiciada por la conquista de Alfonso VI de la Ciudad de Toledo. La aldea de Colmenar de las Ferrerías o de Arenas, como era conocida en un primer momento, se convirtió en una región próspera y rica de la corona de Castilla, debido a la existencia de variadas explotaciones agrícolas, ganaderas y forestales que permitía la abundancia de agua en la zona. El olivo, la miel, los frutales, los viñedos y la madera proveniente de unos bosques frondosos, eran los principales bienes de los que vivían sus habitantes.

Señorío de varios nobles, fue nombrada como villa en 1393 durante el reinado de Enrique III de Castilla. El 12 de diciembre de 1461 fue donada a Beltrán de la Cueva, duque de Alburquerque, que la administró y la dejó a sus herederos que la mantuvieron en su poder hasta 1812. En referencia a su nuevo señor, Beltrán de la Cueva, se impuso en 1462 a la villa el nombre de Mombeltrán que hoy en día luce el pueblo. Sin embargo se siguió llamando el Colmenar, y no es hasta el reinado de Felipe V de España, que inaugura la rama de los Borbones, el que deroga los privilegios de la villa el 10 de junio de 1728, quedando desde entonces con el nombre de Mombeltrán.

Beltrán de la Cueva no solo dió nombre a la villa si no que erigió el castillo que se divisa desde el frontón de la localidad y que se ha convertido en uno de los lugares de referencia de la zona. Su ducado fue muy poderoso y le acercó a la corte del rey Enrique IV de Castilla, al que se le conocía como el impotente. Los historiadores afirman que Beltrán tuvo un romance con Juana de Portugal, esposa de Enrique IV, y que es padre de la princesa Juana, apodada vulgarmente en la época como la Beltraneja.

Las reformas del repertorio de la Renta del Tabaco situaron a la localidad dentro de la provincia de Talavera de la Reina, dejando de ser posesión del ducado de Alburquerque. Con la división provincial actual pasó a pertenecer a Arenas de Dan Pedro y a la provincia de Ávila de manera definitiva en 1833. Durante la Guerra Civil fue un bastión de los republicanos, a diferencia del resto de la comunidad castellanoleonesa, que pasó en su mayor parte al control del bando sublevado al estallar el Golpe de estado. En 1936 se establecieron las Milicias de la República hasta el triunfo del bando nacional en 1939.

Hoy en día dos largas paredes verdes, decoradas con finas líneas reglamentarias del juego de la pelota y rematadas con un suelo rojizo, son testigo de una localidad con una larga historia detrás. La pista muestra un desgaste que atestigua el paso del tiempo a través de distintos verdes repintados y un suelo en el que la humedad de la zona también hace sus estragos ennegreciéndolo. Sus gradas de cemento son testigo de partidos de exhibición, competiciones amateurs e incluso la celebración de bailes regionales durante las festividades de la localidad. Mientras practicas pelota te encuentras atrapado entre el castillo y la pared de un lugar desconocido pero con un encanto al que ha llegado un deporte apasionante y lleno de tradición.

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