Deporte

Discípulo por un día

La noche de enero de 2009 que Yoann Gourcuff se vistió de Zinedine Zidane en el Estadio Matmut Atlantique ante el PSG.

Zidane por una noche

“Siempre hay sitio para un nuevo Zidane”, pensé, cuando escuché hablar del joven Yoann Gourcuff, jugador del Girondins de Burdeos. Yo, escéptico siempre con esta clase de comparaciones, eludí dotar de cualquier atisbo de veracidad a lo escuchado sobre el nuevo aspirante a portar el eterno sambenito con el que cargaría cualquier joven dotado de calidad técnica (y estética) que surgiera en el fútbol europeo. Todos los telediarios lo mostraron. Yo, como buen futbolero adolescente, me sabía los horarios de todas las secciones de deportes de mediodía, donde hablaban del gran gol del joven jugador del Girondins el 11 de enero de 2009 en el estadio Matmut Atlantique ante el PSG. Le llega el balón de espaldas a la portería, en la frontal del área, con dos rivales detrás. Se deshizo del primero con un cambio de pies, y tras girar, hizo el mismo movimiento, esta vez encarando de frente, con el segundo. Cabeza gacha en todo momento, finaliza con un punterazo salido de su bota derecha a la escuadra contraria. Exceptionel! Clama el comentarista francés, una y otra vez. Todos sabemos bien, a estas alturas, que Gourcuff no acabó siendo, ni mucho menos, el nuevo Zidane. Pero he de confesar que, aquel día, disfruté con la estética de un gesto técnico en el fútbol como no lo hacía desde la retirada del padre en aquella final de 2006 de infausto recuerdo para los fans. El bueno de Yoann fue el más cercano de los aspirantes, y a la vez, el más breve. Fue Zizou por una noche.

Fotografía | Saura Pascal

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