Deporte

Del asfalto al agua de Mónaco

Había una época en la que lo que separaba el asfalto de Mónaco del mar eran unas balas de paja que no evitaron dos historias increíbles.

Ascari y Hawkins caen al mar

El Gran Premio de Mónaco de Fórmula 1 es una cita marcada en el calendario de los pilotos y tiene un aura especial alrededor al ser un circuito urbano que recorre las glamurosas calles del principado donde se agolpan las estrellas del cine, la música, la cultura o cualquier ricachón para ver como los monoplazas se baten entre la estrecha carretera y los guardarrailes. Muchos famosos lo hacen desde sus barcos amarrados al puerto ya que parte del trazado pasa cerca del agua, un elemento protagonista en dos ocasiones que tiene como protagonistas a los pilotos Alberto Ascari y Paul Hawkins.

Ascari sentando precedente

22 de mayo de 1955, la cita monegasca era la segunda prueba puntuable del campeonato del mundo de Fórmula tras la disputa del GP de de Argentina. Regresaba al calendario del circo del automovilismo tras cuatro años sin disputarse debido a las obras de reasfaltado y adecuación. Los Juan Manuel Fangio, Alberto Ascari, Nino Farina, Stirling Moss y Eugenio Castellotti eran los favoritos para alzarse con la victoria ese día. Ascari, doble campeón del mundo en 1952 y 1953, lideraba la prueba al volante de su Lancia D50 cuando tras pasar por la curva Loews llegó al sector donde se encuentra la chicane en la actualidad donde pierde el control tras pasar sobre una mancha de aceite que dejó el coche averiado de Stirling Moss. Una gran ráfaga de agua salpicaba el asfalto. El automóvil Alberto Ascari había caído al mar tras pasar por encima de las balas de paja que no fueron suficientes para que el coche número 26 acabará en las aguas de la Costa Azul. Afortunadamente fue rescatado y solo sufría lesiones menores en la cara, mientras que su coche colgaba echo un amasijo de hierros goteando. Finalmente, la victoria fue para Maurice Trintignant, la primera de su carrera en la Fórmula 1.

Hawkins también se apunta

30 de mayo de 1965, habían pasado diez años del accidente que había sufrido Alberto Ascari en el Gran Premio de Mónaco. Ese día también se disputaba la carrera en el mismo escenario. Graham Hill, Jackie Stewart, John Surtees o Bruce McLaren eran las estrellas de la época, pero ese día apareció otro protagonista inesperado. Paul Hawkins al volante de su Lotus-Climax tenía como objetivo finalizar la carrera y cazar algunos puntos, pero en la vuelta 79 hizo un trompo en la chicane, golpeó la barrera de madera, giro a través de los fardos de paja y salió despedido al agua. Fue rescatado por unas embarcaciones que estaban junto al muelle ileso. Después de estos incidentes un equipo de buzos son parte esencial de la seguridad del Gran Premio monegasco.

Una historia increíble con dos trágicos finales

El hecho de que Alberto Ascari y Paul Hawkins fueran los únicos en caer al mar en el Gran Premio de Mónaco no es el único que les une por desgracia. Cuatro días después de ser rescatado del mar, Ascari viajó a Monza para probar en unos test privados un nuevo modelo deportivo de carreras de Ferrari donde sufrió un grave accidente en una de las curvas más rápidas (el antiguo giro a la izquierda que daba acceso a la contrarecta). Falleció en el acto, no llevaba su casco azul que siempre lo acompañaba en competición. Por su parte Paul Hawkins dejó la Fórmula 1 y creó un taller de carreras al norte de Londres en 1969. Ese mismo año participó en el RAC Tourist Trophy en Oulton Park con un Lola T70. Acabó estrellándose y se quemó mientras pasaba por Island Bend.

Fotografía | Getty Images | MotorSport

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